Ama tus rutinas, pues ellas tienen el poder de llevarte a donde deseas estar. Abraza la disciplina con una mirada objetiva, evaluando a dónde te lleva lo que haces a diario. Pregúntate si lo que haces cada día suma a tu camino hacia ese lugar soñado.
La rutina acompaña el poder de los hábitos, recordándonos que los cambios son posibles y que la realidad soñada puede convertirse en nuestra realidad presente. Cambia tus rutinas ahora, buscando siempre alinearlas con lo que anhelas vivir. Y aunque la rutina actual no te guste, abrázala; disfruta del proceso, como cuando cuidas un fruto mientras aún está verde, sabiendo que un día madurará y será dulce.
Si crees que es necesario hacer cambios, haz este ejercicio:
Define tus objetivos para los próximos tres meses en las siguientes áreas:
- Ser (espíritu, alma y cuerpo): ¿Qué metas tienes para tu espíritu, para el bienestar de tus emociones y tu salud física?
- Relación: ¿Qué quieres mejorar o lograr en tu relación de pareja u otras relaciones personales?
- Familia: ¿Qué objetivos tienes para tu dinámica y conexión familiar?
- Finanzas y productividad: ¿Qué metas deseas alcanzar en términos de tus finanzas y tu productividad?
- Servicio a otros: ¿Cómo puedes contribuir y servir mejor a tu comunidad y a los demás?
Identifica los hábitos necesarios para alcanzar esos objetivos: Una vez que tengas claros tus objetivos, piensa en los hábitos específicos que te ayudarán a lograrlos. Por ejemplo, si tu objetivo es mejorar tu salud física, un hábito necesario podría ser hacer ejercicio regularmente.
Diseña tu rutina diaria en función de estos hábitos: Con los hábitos claros, estructura tu rutina diaria para incorporarlos. Por ejemplo, si el ejercicio es un hábito clave, decide a qué hora del día lo harás y durante cuánto tiempo.
Tómate el tiempo para hacer este ejercicio y comprométete a seguir la rutina que has creado.
Abraza tu rutina, abraza tus hábitos, abraza tus objetivos. Es posible lograrlo.
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